viernes, 14 de febrero de 2014

¿"Parir" o "marir"? En torno a "monomarental" y la imbecilidad política

Que conste que este texto no tiene ningún afán crítico, y que cuando llamo "imbéciles" a los políticos lo hago con mi mejor afán pedagógico, pensando en el sentido que en latín tiene semejante palabra, es decir, la debilidad producida por la carencia de un buen bastón o báculo de apoyo (intelectual, en este caso). El caso es que esto que ahora voy a relatar yo tampoco me lo creía, es más, imaginé que era una noticia propia del día de los inocentes, pero fuera de fecha. Sin embargo, era cierta: en uno de los programas políticos (me da completamente igual el partido concreto) se maneja el neologismo (¿?) "monomarental" (tal como puede leerse) para sustituir al de "monoparental". Relacionar "monoparental" con "padre" es un error sólo achacable a la imbecilidad profunda que inunda las mentes de nuestros gestores y políticos..., de todos. POR FRANCISCO GARCÍA JURADO. HLGE

Antes de seguir leyéndome, y por si aún no creéis lo que os digo, os envío directamente a la noticia, pues no me la he inventado:
http://www.europapress.es/epsocial/politica-social/noticia-psoe-dice-termino-monomarental-no-excluye-padres-solteros-divorciados-20110503195205.html
Mi amiga Rosa me hizo llegar semejante joya hace ya tiempo, precisamente cuando me encontraba pensando en una nueva entrada para este blog, de manera que no tuve que pensar mucho más en un posible tema para escribir. Como puede verse, la noticia gira en torno al problema artificial de que, una vez queda sustituido el esperable término "monoparental", aplicado a la familia compuesta solamente por una madre o un padre, el término resultante, "monomarental", parece excluir a los segundos. Está claro que quien ha acuñado semejante voz está pensando por aproximaciones fonéticas. Es oportuno que intentemos reproducir el proceso de pensamiento (por llamarlo de alguna manera) emprendido por la persona creadora de este nuevo vocablo: el término "monoparental" suena a "¿padre?, ¿pare?", y éste término evoca para la persona en cuestión la masculinidad de manera exclusiva, por lo que podemos adivinar. Seguimos intentando reproducir el argumento: si las familias monoparentales españolas están en su mayoría conformadas por una madre y sus hijos, ¿por qué no darle a éstas una denominación "más específica", precisamente, y hacer que residualmente el nuevo término también se refiera a los pocos padres que pueden estar en esta situación de estar solos, sin pareja y al frente de los hijos? No cabe entrar aquí en cuestiones políticas o, más concretamente, de corrección política, es decir, aquellas que intentan favorecer el reflejo de una nueva realidad mediante la adecuación del lenguaje a nuevos usos y costumbres. El problema está en que la premisa mayor del argumento, es decir, relacionar "monoparental" con "padre" (en sentido masculino) es un error que sólo puede achacarse a la más terrible de las imbecilidades intelectuales o estulticias... "Monoparental", compuesto del griego "mono-" (único) y "parental", referido a la madre o al padre, tiene que ver con el término PARIENTE, no con PADRE. Nuestros padres (madres) son, por tanto, nuestros parientes más cercanos, y lo más divertido es que "pariente" parece ser el participio de presente del verbo "PARIR" en latín. De esta forma, la persona a la que de manera más estricta cabe asignarle el término de "pariente" es a nuestra propia madre, es decir, la que nos ha parido. Por extensión, luego pasa a designar al padre y a los demás familiares con los que guardamos una línea cosanguínea.

Cabe pensar, no obstante, que la persona que ha dado a luz ("ha parido") esta palabra sea, más allá de las meras y ensidiosas ataduras etimológicas, una consumada lectora del Crátilo de Platón, o de la Ciencia Nueva de G. Vico, y se haya sentido demiurga del lenguaje, con lo cual se ha visto inspirada para dar ser al nuevo vocablo sólo por una cuestión de afinidad fonética o estética. Por esta razón, le ha parecido que la "P" de "monoparental" es de por sí poco dada al género femenino, por lo que ha recurrido a redecorar la palabra mediante una hábil "M". En ese caso, debe pensar que esto va a tener consecuencias inmediatas en todas aquellas palabras que tienen que ver con "pariente" y, especialmente, con la palabra "PARIR". Según esta modificación, cuando una mujer dé a luz tendrá que decir que "MARE" o que "ESTÁ MARIENDO", y no que "PARE" o "ESTÁ PARIENDO", dejando este último término para los hombres, en caso de que ellos sean capaces alguna vez de hacer algo semejante (decía un inteligente dominico que conocí muchos años atrás que si los hombres tuvieran que parir el aborto sería un sacramento). El "parentesco" y la "parentela", por su parte, deberán quedar sólo para las líneas de familiares "masculinos" (o "pasculinos", si aplicamos con precisión esta neolengua orweliana), de manera que habrá que acuñar nuevos términos como "MARENTESCO" y "MARENTELA" para todo lo relativo a lo femenino.

No hay nada más nefasto que un político metido a gramático o lingüista, pues es cuando comprobamos con meridiana claridad la imbecilidad, es decir, debilidad (intelectual) que preside su cabeza. Desde el emperador Claudio, que intentó imponer nuevos grafemas para ciertos sonidos del latín, sin éxito, hasta Stalin, que, según nos cuenta Cerni en su genial Historia de la lingüística, quiso pasar por el mayor lingüista de la Historia durante los más oscuros tiempos de la URSS, estos engendros y mostruosidades se han repetido una y otra vez. Cabría escribir, de hecho, una historia de las palabras creadas por la imbecilidad. POR FRANCISCO GARCÍA JURADO