martes, 26 de enero de 2010

CUANDO "LLEGUES" O CUANDO "VUELVAS" A MADRID. POLÍTICA CARTESIANA


En una memorable conferencia impartida por Fernando Savater en la Fundación Juan March el mes de enero de 2009, titulada nada menos que "El librepensador", el filósofo de San Sebastián decía, entre otras cosas, que el librepensador no termina gustando a nadie, ya que no se adhiere a los paquetes ideológicos que se le imponen. Esto de las cuadrículas idelógicas, como las llamo yo, son buenos ejemplos para estudiar la propia estructura de las ideologías. Una postura política determinada, llamémosla A, "impone" una forma de credo A y una actitud ante la vida que también es A. ¿Qué ocurre cuando nuestra postura política es A, nuestro credo B y nuestra actitud ante la vida es C? Surge el caos, según los dogmáticos. El caso del chotis "Madrid" y el cuestionamiento de su autoría resulta un caso paradigmático de lo que digo. Publicado por Francisco García Jurado
Cuando escucho el chotis "Madrid" todavía me veo con cuatro o cinco años recorriendo el Paseo de la Castellana (entonces había pasado a llamarse de otra manera) en taxi, acompañando a mi madre, con destino a la casa de modas de su tía Carmina. Llevaba los encargos que había hecho tras muchas horas robadas al sueño, pero para mí aquello era una suerte de premio, en especial al subir por el llamado Scalextric de Atocha. Aquel Madrid todavía tenía algo de ese aire de las películas en tecnicolor. Pues bien, ayer mismo, viendo un telediario, me quedé un tanto descolocado cuando comunicaron que en un libro publicado recientemente acerca de la Gran Vía se apunta que el autor real de este chotis pudo ser un exiliado en México. De esta forma, en lugar de la famosa letra "cuando llegues a Madrid, chulapa mía" habría estado "cuando vuelvas a Madrid, chulapa mía", y la parte donde se dice "en México se piensa mucho en ti" no sería mera confraternización entre pueblos, sino sentida nostalgia de los republicanos exiliados. La hipótesis recuerda un poco al cuento "Pierre Menard, autor del Quijote", escrito por Jorge Luis Borges, pues este juego con la autoría daría al chotis un nuevo sentido, oculta hasta hoy para los españoles no exiliados. Lo más curioso de todo es que de música sancionada por el franquismo pasaríamos a un icono oculto del exilio en México. Se dice, a su vez, que fue un miembro de la banda municipal de música llegado a las tierras de ultramar quien compuso el chotis para que luego la autoría fuera oficialmente de Agustín Lara. Parece que el hecho ya se había investigado hace unos años, aunque sin éxito. Los autores del libro apelan a que era "cuestión sabida" en el exilio español, pero esto es demasiado vago.
Pues bien, la cuestión es, naturalmente curiosa, aunque sin una prueba fehaciente poco más se puede concluir al respecto. Cabría una postura aséptica, donde simplemente aceptaríamos el hecho en caso de demostrarse. Lo que más me ha llamado la atención es la decantación ideológica que he encontrado entre los lectores que opinan sobre este hecho al pie de la noticia digital, concretamente en el diario El Mundo (http://www.elmundo.es/elmundo/2010/01/23/madrid/1264242527.html). Hay quienes ya de entrada echan por tierra la hipótesis, entendiéndola como un falso problema al calor de la llamada "memoria histórica", y habrá quien a priori dé por buena la hipótesis por una mera simpatía con el exilio republicano. En algún caso, concretamente en una carta escrita por un descendiente de exiliados, sí se le confiere crédito al argumento esgrimido por los autores de libro. Evidentemente, el hecho mismo de levantar una sospecha de autoría con un argumento tan impreciso da cuenta también de una ideología previa o prejuiciosa. En todo caso, da la impresión de que nos importa bien poco el hecho en sí, pues lo que realmente pesa son sus implicaciones políticas. PARECE QUE EL HECHO HA DE ESTAR EN FUNCIÓN DE LO QUE ESPERAMOS DE ÉL. Supongamos que yo he descubierto el documento que aclara sin duda alguna la autoría del chotis, que puede estar escrito por A o por B. Supongamos que mi ideología tiende a A, pero que el autor es B. ¿Es lícito que, en honor a un dato externo y comprobable, dé la noticia, aunque vaya en contra de mis convicciones? ¿Qué ocurriría si yo pienso A y digo que el autor es B? Este acto de honestidad cada día se entiende menos, de manera que la honestidad puede terminar confudiéndose con la estupidez. Se supone que cuando nos saltamos la cuadrícula ideológica dejamos de ser aceptables desde el punto de vista social, sobre todo desde la perspectiva del grupo que pretende aglutinarnos sin más. Desde este punto de vista, el relato de la Historia se vuelve un asunto dramático.

Francisco García Jurado

H.L.G.E.

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