jueves, 28 de mayo de 2009

DESDE BAEZA

El sexto congreso de la Sociedad de Estudios Latinos es la razón de que me encuentre estos días en Baeza. Es una buena oportunidad para visitar y vivir unos días en esta ciudad renacentista, sin olvidar naturalmente la vecina Úbeda. Una temperatura agradable, y las prodigiosas instalaciones de la Universidad Internacional de Andalucía, en esta su sede de Antonio Machado, están haciendo el resto. Como el congreso está dedicado a la "Poesía y Poética latinas" di muchas vueltas acerca de cuál sería el tema más adecuado para presentar aquí una comunicación. El momento de elegir un tema siempre me parece una ocasión puramente creativa. En este caso, sin embargo, he sufrido un pequeño drama ante las muchas posibilidades que se me ofrecían, pues tenía que renunciar a muchas cosas. Al final me he decantado por un tema de historiografía literaria, aprovechando, además, que la propia Revista de Estudios Latinos publica ahora mi ensayo para una historia de los manuales de literatura. Así que he abordado un asunto rico y polémico en cierta medida: el de la paulatina introducción de la "Historia de la literatura latina" en los planes de estudio del siglo XIX, en cierta pugna con la "Poética y la Retórica". Tres autores me han servido para dar cuenta de este proceso: Mata i Araujo, un latinista de comienzos del XIX que todavía tiene su punto de mira en el siglo anterior, Ángel María Terrradillos, autor de la primera historia española de la literatura latina, en 1846, y Martín Villar y Garcia, cuyo manual de los años 60 del siglo XIX da cuenta de la consolidación de la nueva materia histórica en el tibio panorama de los estudios clásicos. En cierto momento, allá por los años cuarenta, las nuevas disposiciones educativas abanderadas por Gil de Zárate "imponen" unos nuevos esquemas historicistas en la enseñanza del latín y su literatura. Esto suscita cierta desconfianza en Mata i Araujo (quien, según José Carlos Mainer, fue uno de los primeros en difundir ideas de Madame de Stäel en España), pues tiene miedo de que aquellos contenidos, despojados de la convenciente enseñanza de la latinidad, terminen sirviendo "para formar parleros i literatos de diario". Muere Mata i Araujo justamente antes de poder ver cómo penetra la literatura latina en las nuevas enseñanzas universitarias. Gil de Zárate quería con ello completar la instrucción del latín, que no es "el arte de chapurrear una jerga bárbara, y sin aplicación alguna en las costumbres literarios de estos tiempos". De esta forma, el sucesor en la cátedra de Perfección del Latín regentada por Mata será Terradillos, quien improvisará el citado manual de literatura latina orientado ahora a contar una historia de la literatura. La edición del 46 se hace con urgencia, aunque la segunda edición, del 48, ya contiene lecturas que dan cuenta de la nueva orientación: Friedrich Schlegel y el romanticismo alemán. Sí, sin darnos cuenta, y a la manera española, los nuevos aires románticos entran también en el nuevo planteamiento de la literatura latina, que se convierte en un literatura nacional, paradigma para la construcción de las historias modernas. La manera de contar esta historia da prioridad todavía a los géneros literarios, de manera que vemos cómo la Poética sigue teniendo un peso notable en este novedoso planteamiento. Pero en los años sesenta del XIX Villar y García opta ya por los períodos literarios como criterio básico. Se está cerrando una nueva asignatura que, por cierto, se independiza de la enseñanza propiamente dicha de las lenguas clásicas. Clarín, que la cursó, hará notar la paradoja de estudiar la Literatura Latina sin saber Latín. Aquel primer planteamiento que estimaba una función complementaria para la Historia de la Literatura Latina, termina dando paso a una función sustitutiva. Así es la política educativa.
Quizá hoy nos sorprenda que un gobierno liberal, como el de Gil de Zárate, pusiera tanto empeño en la ensañanza de la Literatura Latina desde el punto de vista histórico. Hay en este caso un verdadero deseo de terminar con una manera de enseñar latín desde el punto de vista meramente preceptivo. Clasicismo y Romanticismo se ciernen, peligrosamente, sobre los nuevos planteamientos de la enseñanza del latín en el complejo período que va desde el absolutismo fernandino al liberalismo moderado de Isabel II. Quiero hacer notar que esta diversidad estética (e ideológica) también estuvo presente en este pequeño mundo, pues a veces se obvia.

FRANCISCO GARCÍA JURADO
H.L.G.E.

domingo, 24 de mayo de 2009

ENSAYO DE UNA HISTORIOGRAFÍA DE LA LITERATURA LATINA EN ESPAÑA


Fue en una feria del libro antiguo, a finales de los años ochenta del siglo pasado, cuando tuvo lugar el descubrimiento: un manual de literatura latina publicado en 1879. Creo que fue su prólogo lo que más me llamó la atención, pues se hacía en él una cariñosa referencia a un catedrático de literatura latina, y este mismo catedrático aparecía casualmente al comienzo de la inolvidable novela Fortunata y Jacinta. La curiosidad es mi debilidad, siempre lo ha sido, y no dejé de indagar hasta dar con la identidad de aquel hombre, el impar Alfredo Adolfo Camús. Precisamente, esta mañana, volviendo de una exposición sobre modernismo del Museo de Bellas Artes de Sevilla, hemos pasado María José y yo, con nuestra entrañable y pequeña familia sevillana, por la puerta de la facultad de Bellas Artes, antigua Facultad de Filosofía y Letras donde Camús y Amador de los Ríos cursaron parte de sus estudios. Así pues, los manuales de literatura griega y latina se han ido convirtiendo poco a poco en una pequeña gran pasión. Su valor como conjunto, como patrimonio educativo, desde que Casto González Emeritense publicaran los primeros, en tiempos de Carlos IV, es incalculable. Llevo estudiándolos y recopilándolos hace ya muchos años, y de vez en cuando, como sabéis quienes me leéis regularmente, suelo comentar algunos de ellos en estas páginas. Al cabo del tiempo, gracias a familiaridad con estos materiales, he logrado trazar una primera historia de los mismos. Así pues, he intentado seguir los pasos de mis maestros, José Carlos Mainer y Leonardo Romero Tobar, que han trazado la historiografía de literatura española. Más recientemente, Antonio Martín Ezpeleta, ahora en Harvard, ha publicado un memorable estudio sobre los manuales de literatura española contemporáneos a la generación del 27. Debo hacer a mis admirados maestro una observación sobre mi objeto de estudio, la historiografía de la literatura latina en España. Lo que debo decirles es que este pequeño mundo es variado y multiforme, y que guarda interesantes contactos con la propia historiografía de la literatura española. Ahí están las afinidades que algunos manuales de literatura española guardan con los libros de Gil de Zárate, Amador de los Ríos, o Juan Hurtado y González Palencia, y no deben olvidar esa tierra incierta que hasta los años treinta va a ser la llamada literatura hispano-latina.
Por si fuera poco, cabe llamar la atención sobre la conciencia que acerca de la historia de la literatura latina han tenido autores como Pérez Galdós o Clarín (mi discípula Salomé Blanco ha terminado una valiosa tesis de máster acerca del papel que la comedia latina adquiere durante la edad de plata de la cultura española gracias a la historiografía literaria). Un pequeño mundo fascinante que me ha proporcionado argumentos, que me ha hecho mejor como docente e investigador. Una investigación que se vuelve pasión. Ahora he conseguido que mi "Ensayo de una Historiografía de la Literatura Latina en España (1778-1936) aparezca en el número 8 de la Revista de Estudios Latinos (ReLat 8, 2008, 179-201). Quien lo quiera puede escribirme para que le envíe separata electrónica. Mi colega el profesor Antonio Moreno ha hecho posible que este trabajo haya llegado hasta tan buen puerto, y le quedo agradecido por ello.
Sólo me queda hoy ofrecer un resumen de mi aportación, sólo una palabras para resumir unos cuantos años de pasión investigadora:

Este trabajo explica la génesis, desarrollo y conceptualización de la disciplina que conocemos como Historia de la Literatura Latina dentro del ámbito académico español, entre 1778 y 1936. Además de analizar las principales características que la definen, recorreremos las etapas que explican su proceso de construcción, desde el estudio bibliográfico y cronológico hasta el puramente histórico. Así las cosas, nuestro propósito es trazar una historia intelectual de las historias de la Literatura Latina en España, sin olvidar algunos estudios particulares relativos a la materia en cuestión, desde la fundacional Vida de Virgilio (1778) de Mayáns hasta el discurso de Joaquim Balcells sobre Catón el Viejo, leído en Barcelona en julio de 1936. Sucintamente, nuestras etapas son las de la Historiografía ilustrada (Mayáns, González Emeritense), la romántica (Terradillos, Camús, Costanzo), la historicista (Canalejas, Menéndez Pelayo, González Garbín) y la idealista/positivista, ya a comienzos del siglo XX (González de la Calle, Alemany Selfa).
FRANCISCO GARCÍA JURADO
H.L.G.E.