viernes, 16 de octubre de 2009

UNA VEZ MÁS, EDGAR ALLAN POE Y MARCEL SCHWOB: LO ANALÍTICO


Muy atentamente, Ramiro Pérez me ha escrito desde Argentina tras la lectura del blog que deciqué hace meses a una desconcertante cita latina que encontramos en Edgar Allan Poe (http://lectoresaudaces.blogspot.com/2009/01/edgar-allan-poe-y-el-latin-nihil.html ). Hoy vuelvo sobre una de las grandes preocupaciones que motivaba la creación del cuento "La carta robada" en relación con uno de los lectores más perspicaces de Poe: el autor francés Marcel Schwob. No de manera diferente a como pretende Poe, Schwob quiere, ya a finales del siglo XIX, que el novelista contemple los fenómenos como un todo, frente a las síntesis enumerativas de las novelas naturalistas, y pone como ejemplo las visiones divergentes de Platón y Kant acerca de la naturaleza de la operación de sumar:

“«Cuando sumo uno más uno», decía Platón, en su República, «¿qué es lo que se convierte en dos, la unidad a la que sumo o aquella que es sumada?»
Para un espíritu tan profundamente deductivo, la serie de los números debía nacer analíticamente; el nuevo ser dos debía estar comprendido en una de las unidades cuya unión lo engendraba.
Nosotros decimos que el número dos se produce sintéticamente, que interviene en la suma un principio diferente del análisis; y Kant mostró que la seriación de los números era el resultado de una síntesis a priori.
Ahora bien, la enumeración que se opera en la vida es también radicalmente diferente de la enumeración general de los detalles psicológicos y fisiológicos o del sistema deductivo.” (“El terror y la piedad”, en Espicilegio, pág. 44)

El viejo problema filosófico de la intervención del análisis en la operación matemática y, en definitiva, la cuestión de si la suma de las partes equivale o no al todo tiene un curioso precedente en un cuento de Poe del que he hablado en otras ocasiones, “La carta robada”, relato que, como vimos, se abría con una falsa cita latina de Séneca (NIL SAPIENTIAE ODIOSIUS ACUMINE NIMIO):

“Con arte digno de mejor causa han introducido (sc. los matemáticos), por ejemplo, el término «análisis» en las operaciones algebraicas. Los franceses son los causantes de este engaño (...)” (Edgar Allan Poe, “La carta robada”, en Cuentos 1. Prólogo, traducción y notas de Julio Cortázar, Madrid, Alianza, 1992, pág. 527)

Poe, como también lo va a hacer Schwob, defiende la idea de que “suele no ser cierto que el todo sea igual a la suma de las partes”. Es importante observar que la existencia del todo como algo a priori que no precisa del análisis de las partes lleva a Schwob a situarse en el idealismo kantiano, del que no era tampoco ajeno el mismo lingüista Ferdinand de Saussure1. De esta forma, el ensayo titulado “El terror y la piedad” se presenta como una de las piezas más complejas pero también más significativas del pensamiento de Schwob, capaz de leer los textos antiguos y actualizarlos con las nuevas ideas de su tiempo, a la vez que los hace inconfundiblemente suyos.

1 La primacía de la mente sobre la materia, y la capacidad de estructurar la realidad a priori son claramente aspectos de la herencia kantiana en Saussure. Acerca de todo ello, merece la pena la lectura del estudio que Manuel Crespillo (La idea del límite en filología, Málaga, Analecta Malacitana. Anejo XXII, 1999, págs. 311-343) ha dedicado a este asunto con el título “La imagen de la comunicación en el estructuralismo lingüístico”. Entresaco un párrafo fundamental: “Pero el estructuralismo que inaugura Saussure es fundamentalmente una respuesta lingüística al problema del conocimiento kantiano. Del mismo modo que en Kant el sujeto se halla en posesión de ciertos conocimientos a priori, la naturalidad del lenguaje como expresión del yo es un a priori que existe en nuestra facultad de conocer. Como cada parte es un espíritu en su propio medio, la lengua es una respuesta lingüística al a priori del tiempo en Kant, así como el habla –y el significante, que es su término paralelo en el dominio del signo- es una respuesta lingüística al a priori del espacio en Kant” (pág. 313). Si bien no es objeto de este libro, cabe decir que la huella kantiana en Schwob es también perceptible y profunda.

FRANCISCO GARCÍA JURADO
H.L.G.E.

2 comentarios:

Ramiro Pérez dijo...

No conocía, Francisco, el ensayo de Schwob: lo buscaré en Bs. As. Por otr lado me ha impresionado satisfactoriamente todo lo que he comenzado a leer en el blog. Se nota muy de cerca la influencia de las Noctes Atticae en estas misceláneas que apuntan el futuro mirando al pasado. Encuentro en sus intereses, que me tocan no poco, una de las formas de Jano. Continuo la lectura del blog. SAludos.

Francisco García Jurado dijo...

Muchas gracias por su comentario, que justifica la labor de este blog.