sábado, 4 de julio de 2009

BORGES EN HARVARD


Todo cuento tiende, en su brevedad, al infinito de la perfección. Como en el caso de algunos poemas, hay cuentos que aprendemos y guardamos casi como consignas vitales para que nos acompañen y sean nuestros. Es, quizá, un vicio literario intentar representar tales cuentos en sus espacios naturales. Hace años, cuando leí el cuento de Borges titulado "El otro", soñé con el lugar donde tenía lugar la escena del encuentro del viejo protagonista con su otro yo, mucho más joven y en otra dimensión. El comienzo del cuento me permitió entrever el imponente río Charles. Entre 1967 y 1968 Borges impartió sus Norton Lectures sobre poética. De las conferencias se conservan grabaciones sonoras y una interesante edición escrita que me fue utilísima para mi libro Borges, autor de la Eneida. Pues bien, como el cuento de Borges tiene lugar un año después y junto al río, en uno de los muchos Bancos que miran a las aguas en las orillas sinuosas quise ayer representar a este personaje que piensa en el tiempo y se encuentra con su alter ego juvenil. Quise que mi sueño de aquel cuento que es una pesadilla se convirtiera en algo visual y tangible. La destreza de María José Barrios para la fotografía hizo el resto. Terminamos con el comienzo del impar cuento:

"El hecho ocurrió el mes de febrero de 1969, al norte de Boston, en Cambridge. No lo escribí inmediatamente porque mi primer propósito fue olvidarlo, para no perder la razón. Ahora, en 1972, pienso que si lo escribo, los otros lo leerán como un cuento y, con los años, lo será tal vez para mí. Sé que fue casi atroz mientras duró y más aún durante las desveladas noches que lo siguieron. Ello no significa que su relato pueda conmover a un tercero.
Serían las diez de la mañana. Yo estaba recostado en un banco, frente al río Charles. A unos quinientos metros a mi derecha había un alto edificio, cuyo nombre no supe nunca. El agua gris acarreaba largos trozos de hielo. Inevitablemente, el río hizo que yo pensara en el tiempo. La milenaria imagen de Heráclito. Yo había dormido bien, mi clase de la tarde anterior había logrado, creo, interesar a los alumnos. No había un alma a la vista.
Sentí de golpe la impresión (que según los psicólogos corresponde a los estados de fatiga) de haber vivido ya aquel momento. En la otra punta de mi banco alguien se había sentado. Yo hubiera preferido estar solo, pero no quise levantarme en seguida, para no mostrarme incivil. El otro se había puesto a silbar. Fue entonces cuando ocurrió la primera de las muchas zozobras de esa mañana. Lo que silbaba, lo que trataba de silbar (nunca he sido muy entonado), era el estilo criollo de La tapera de Elías Regules. El estilo me retrajo a un patio, que ha desaparecido, y la memoria de Alvaro Melián Lafinur, que hace tantos años ha muerto. Luego vinieron las palabras. (...)"


Francisco García Jurado
H.L.G.E.

3 comentarios:

José María JURADO dijo...

Espero que estéis disfrutando mucho en Harvard, la foto es, desde luego, el lugar del cuento, ¿vino el otro?

Francisco García Jurado dijo...

Al otro lo veo de vez en cuando, pues es el que me soñó. Como dije hace unos meses hablando sobre Proust, aquella conferencia no la pronunciaba yo, sino un adolescente que leyó La Recherche. Muchas gracias por tu comentario, José María, siemre es un motivo de alegría ver tu nombre en mi bandeja de entrada. paco

Unknown dijo...

Espero que encuentres a Carlos (digo a Paco) a las orillas de Carlos y que quede lejos la tristeza de Carlos (digo de Dámaso). Lo esperanzador es que alguien te fotografió cuidadosamente con Carlos.
David