miércoles, 6 de mayo de 2009

LATINOS Y GRIEGOS, COMPAÑEROS DE VIAJE DE JOAN PERUCHO. TERCERA PARTE

Continúo con la entrega de nuestra entrevista a Joan Perucho. Si bien toda la entrevista es muy interesante, esta parte, al menos para mí, resulta de gran valor, pues se desvelan en ella algunas claves de los medios por los que nuestro autor llegó a ciertos clásicos. No se trata de vías directas, sino a través de intermediarios, y esto sí que es la magia de la lectura en estado puro:

-Precisamente, tanto en sus obras, como en sus artículos periodísticos, Vd. no deja de mencionar a los autores de la Antigüedad Clásica. ¿Considera que la Antigüedad Clásica es algo vivo?


-Tan vivo que el mundo moderno ha progresado de una manera tremenda a nivel técnico, la medicina, la ingeniería, todo son avances impresionantes... pero a nivel moral no, el mundo sigue siendo igual. Un día íbamos mi mujer y yo en un viaje a Grecia y llegamos a Delgos, caminando por las salas del Auriga de Delfos. Me impresionó tanto la belleza y la verdad de esta escultura que sospeché que por encima de ella no había nada más, ni Picasso ni nadie. Los antiguos han hecho cosas maravillosas en torno a la belleza y la verdad. Más allá de Píndaro, de Virgilio, de Catulo, no se puede decir nada mejor. El mundo cambia, las formas de expresión también, pero no se puede decir nada más bello. El techo moral del Auriga ya lo conquistaron los griegos y luego los latinos. Uno coge un poema de Catuo, aquello no se puede superar, se dirá de otra forma, pero no se puede superar.


-Para Vd. es algo vivo, pero ¿cree que está contribuyendo a revitalizar ese mundo a través de su obra?


-Sí, creo que sí, pero, claro, eso depende del lector.


-En efecto, pero Vd. escribe mucho en periódicos, donde el público es variado y es un tipo de medio efímero pero que se lee más a menudo que un libro especializado. Vd. puede pensar que la gente no va a comprar los poemas de Catulo, pero, en cambio, hace referencias a él y lo menciona en sus artículos.


-Son mis compañeros de viaje, los clásicos -y medievales también- son mis compañeros de viaje. Los lectores participan de mi inquietud por esos compañeros y, en efecto, puedo contribuir a divulgarlos. Sería terrible si pensara que nadie va a leer lo que escribo, no valdría la pena escribir, pero creo que me leen y en esa lectura puedo colaborar para que la gente recuerde que existía Marcial, por ejemplo. Pero, lógicamente, no es mi intención directa.


-A propósito de esto, ¿de dónde parte su conocimiento de los autores clásicos? ¿Cómo ha llegado a ellos, directamente, a través de otros autores? Sobre todo en esos autores y obras menos divulgados, por no ser ya clásicos, como la Peregrinatio Aetheriae o Valerio del Bierzo?


-Es un todo que no se puede separar. Viene fundamentalmente de mi vida universitaria. Comencé leyendo autores en francés, traducciones, de algunos autores que me hablaban de personas que me merecían crédito. Mi contacto con Macrobio, por ejemplo, no viene directamente de que yo me encontrara con su obra, sino que lo vi citado en algún libro francés y eso me forzó a buscarlo directamente. Otras veces la tradición es indirecta, a través de otras obras literarias. (Continuará)


Isabel Velázquez y Francisco García Jurado

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