viernes, 26 de septiembre de 2008

EL ARTE DE LEER: MÚLTIPLE TEMPORALIDAD


El otro día, en la Universidad Pompeu Fabra, tuve la suerte inmensa de poder exponer mi pequeño homenaje a Claudio Guillén ante dos de sus familiares: Margarita, su viuda, y Teresa, su hermana, que había venido desde Cambridge (Mass.) para asistir a este congreso. Quise recrear una escena borgiana, aquella en la que el autor argentino nos narra que lleva un libro a su admirado Leopoldo Lugones. Con vanidad y con nostalgia imaginé la escena imposible de que don Claudio estuviera allí, en la sala, escuhando lo que, en definitiva, era la trascendencia de sus ideas. La cronología, en definitiva, es una imposición física que la mente humana procura sortear con la imaginación y el recuerdo. Precisamente, al hablar sobre la historicidad de las historias no académicas, pensé en la narración más adecuada de los encuentros entre literaturas antiguas y modernas, fruto de la síntesis de dos tradiciones, la clásica y la moderna. Dije que, al tratarse de encuentros entre literaturas diferentes, podía seguirse un esquema propio de las literaturas antiguas, o bien otro bien distinto, más adecuado a las modernas. Sin embargo, el esquema adecuado vendría dado por la propia naturaleza de encuentro entre el ayer y el hoy, una naturaleza distinta, que no se adecua precisamente a las cronologías lineales. Conté el caso de las lecturas modernas de Virgilio, dominadas por el historicismo académico del siglo XIX, y el intento de superar esa historia impuesta, externa, a partir del siglo XX gracias a las ideas de Croce, su peculiar forma de entender la estética como expresiñon, que luego hace suyas el propio Borges. El tema es tan apasionante como complejo, y se resume, en palabras del propio Claudio Guillén, en una "múltiple temporalidad", donde se dan cita diferentes duraciones. Ahora me parece muy esquemático el esquema que utilicé en mi libro El arte de leer, si bien en él apuntaba ya fenómenos complejos de configuración histórica, como el hecho de que las lecturas que hace Borges de Plinio el Viejo respondan, en realidad, a una tradición literaria moderna que proviene de la Inglaterra del siglo XIX, o que cuando Lezama Lima lee a Suetonio en el Caribe esté siendo deudor de la literatura decadente francesa. No se trata de esquemas lineales, sino de configuraciones complejas, a menudo geometrías literarias inesperadas. También he ensayado una de estas geometrías en un trabajo aún no publicado sobre la relación de Cortázar y Maupassant en torno a un texto de Plinio el Joven relativo a los fantasmas.


Francisco García Jurado

H.L.G.E.

jueves, 25 de septiembre de 2008

MÁS SOBRE ANA EN HARVARD



Como visitante del Real Colegio Complutense de Harvard, Ana va a impartir una conferencia precisamente el día que aparece publicado este blog, es decir, el 25 de septiembre. El tema versa, precisamente, sobre una de las grandes novela góticas de todos los tiempos, Melmoth el errabundo, y su interminable catálogo de lecturas sobre la Antigüedad. Desde aquí te deseamos mucha suerte, sabemos que lo harás muy bien.





REAL COLEGIO COMPLUTENSE
26 Trowbridge Street
Cambridge, MA 02138

Upcoming Lecture

September 25, 2008 at 7:30 PM
RCC Conference Room

SPEAKER: Ana González-Rivas Fernández, Universidad Complutense de Madrid, Spain

TITLE: MELMOTH, THE WANDERER: A GOTHIC EXAMPLE OF CLASSICAL TRADITION

SUMMARY:
Many scholars have stated that Gothic literature is contrary to Classical literature and Greco-Latin aesthetics. Charles Maturin’s Melmoth, The Wanderer (1820) shows that nothing is further from reality. This lecture will illustrate how the Ancient literature works in Maturin’s novel, where the use of Latin and Greek quotations is especially significant. At the end, it will be proved that Melmoth, The Wanderer is an outstanding example of the literary relationships established between the Gothic and the Classic. Rather than opposition, the intertextuality between both literatures will be considered in terms of tension, where two forces clash but work together.


Free and open to the public


26 Trowbridge Street (corner of Harvard Street)Cambridge MA 02138617/495-3536 (Tel)http://www.realcolegiocomplutense.harvard.edu/

martes, 23 de septiembre de 2008

ACERCA DE EDUARD NORDEN


Por diferentes razones me he ido acercando paulatinamente a la figura del gran filólogo alemán Eduard Norden. Son razones de naturaleza muy distinta, difíciles de ordenar dentro de un sólo apartado. Cuando preparaba mi tesis doctoral tuve un primer encuentro con su libro Die Antike Kunstprosa, a propósito de una cuestión estilística. Por aquel entonces, el nombre de Norden se me representaba simplemente como un hecho circunstancial. Sin embargo, pasado el tiempo y habiendo cambiado de universidad, el profesor Martínez Pastor me encargó que escribiera una reseña sobre un libro dedicado a Norden. Esta reseña, que ahora reproduzco en este blog sin cambio alguno (está en la revista Cuadernos de Filología Clásica -Estudios Latinos-, pero no aparece en la versión electrónica), me abrió los ojos a la figura humana del filólogo. Pasado aún más tiempo, en un viaje a Berlín, tuve ocasión con María José de encontrar en una legendaria librería de viejo, la Karl Mark Buchhandlung (esta librería, que reproduzco en la foto, sale, por cierto, al final de la película "La vida de los otros") un ejemplar de Die Römische Literatur que había sido descatalogado de la Universidad Humboldt. Finalmente, con motivo de mis trabajos de investigación sobre la figura de Pedro Urbano González de la Calle, también me voy aproximando de manera tangencial a Norden desde el punto de vista de su recepción en la incipiente Filología Clásica española de comienzos del siglo XX.

Bernhard KYTZLER, Kurt RUDOLPH y Jörg RÜPKE (eds.), Eduard Norden (1868-1941). Ein deutscher Gelehrter jüdoscjer Herkunft (Palingenesia 49), Stuttgart, Franz Steiner Verlag, 1994, 239 pp. + 8 láminas.

"No puedo dejar de referirme, al pasar, y como tantas veces, a la íntima y casi misteriosa relación que existe entre la filología clásica y el sentido vivo y afectivo de la belleza y de la dignidad del hombre como ente de razón -relación que se manifiesta ya en el nombre de «Humanidades» dado al campo de investigación de las lenguas antiguas y también en el hecho de que la coordinación íntima entre la pasión del lenguaje y las humanas pasiones se opere bajo el signo de la educación y como coronada por él, en virtud de lo cual la misión de formar la juventud se presenta como una consecuencia casi obligada de los estudios filológicos" (Thomas Mann, Doktor Faustus, trad. de E.Xammar, Barcelona, Seix Barral, 1984, p.11)

Thomas Mann nos narra en su impresionante novela Doktor Faustus cómo Alemania ha vendido su alma al diablo de la intolerancia y la barbarie del nacismo. Se trata de un verdadero descenso a los infiernos de una sociedad que ha dado al mundo muchas de las más excelsas manifestaciones artísticas y culturales, ya sea en la música o en la literatura, y donde la filología clásica, como ciencia global de la Antigüedad, ha ocupado un papel primordial. Que este elogio a la Filología Clásica de Thomas Mann con que abrimos esta reseña al volumen que nos ocupa se encuentre precisamente en un libro tan duro y escalofriante como Doktor Faustus, en un contexto apocalíptico como el que va a presidir toda la obra, no es, ciertamente, casual. Se trata de un pasaje que muy bien podría personificarse en la persona del filólogo que ocupa el volumen que reseñamos, Eduard Norden, autor indispensable en cualquier bibliografía básica, bien sea en el campo de la literatua latina, la estilística, o de la historia de la religión, y perteneciente a esa generación de "semidioses" hoy día prácticamente extinguidos. La vida de Norden (1868-1941), su actividad docente y científica, sus amistades y su postrero exilio fueron objeto de un simposio internacional titulado «Eduard Norden. Leben -Leistung- Wirkung eines deutschen Wissenshaftlers jüdischer Herkunft». El subtítulo del volumen dedicado al filólogo Eduard Norden es ya, de por sí, explícito: "un sabio alemán de origen judío", y recoge una dualidad que, si bien es una fuente de riqueza personal, también lo puede ser, en algunos momentos históricos, de desgracia. El libro consta de tres partes que intentan dar cuenta de toda la riqueza habida tanto en la vida científica como personal del filólogo: una primera dedicada a la Filología Clásica, la segunda a la Historia de la Religión, y la tercera, finalmente, al contexto vital y personal del filólogo. Es importante hacer notar que todas estas actividades están íntimamente relacionadas, de forma que en los trabajos dedicados a su actividad como filólogo clásico no faltarán referencias ineludibles a sus obras de Historia de la Religión, y en su obra científica en general encontraremos más de una vez claves válidas para el estudio de sus motivaciones vitales. Quienes dedican su vida a la investigación pueden entender esto perfectamente y a lo mejor podría parecerles una obviedad, pero nunca está de más señalarlo.
Así las cosas, la primera parte del volumen, que trata sobre la dedicación de Norden a la Filología Clásica, está integrada por varias intervenciones que desde enfoques diversos tratan de darnos una visión general de la actividad filológica de Norden en el campo de la estilística y la traducción. Bernhard Kytzler ha buscado en los archivos personales de Norden los apuntes de su «Geschichte der Klassischen Philologie», que se extiende desde la Antigüedad Clásica al Humanismo, y de la que se reproduce en las láminas finales una abigarrada página en facsímil. Gualtiero Calboli se centra en la presencia de Norden en los estudios sobre retórica y estilística en Italia y señala una interesante relación entre Norden y el filósofo italiano Benedetto Croce (p.37), buena muestra y ejemplo de las muchas relaciones de Norden con personalidades ilustres de la cultura que irán apareciendo a lo largo del volumen. Hubert Cancik y Hildegard Cancik-Lindemaier se centran en la Formbegriffe, la idea de estructura, donde podemos apreciar la importancia de los análisis literarios acerca de la estructura y composición de diversas obras, como la Epístola a los Pisones. Sin embargo, la idea de estructura pasa, asimismo, a sus propias obras sobre Historia de la Religión, como Die Geburt des Kindes, asistiendo así a cambios cualitativos esenciales para la investigación: "Zur Philologie tritt eine neue Methode: die «Psychoanalyse»" (p.55). Gudrun Fischer Saglia termina esta primera parte con un trabajo dedicado a la actividad de Norden como traductor, concretamente del cuento de Apuleyo "Amor y Psique" y del libro VI de La Eneida. Se valora así esta actividad fronteriza entre el rigor filológico y la poesía.
La otra gran faceta científica de Norden, la Historia de las religiones, recogida en obras tan señeras como la ya citada de Die Geburt des Kindes, o Agnostos Theos, ocupa la segunda parte del volumen. Kurt Rudolph dedica su aportación al estudio del significado de Norden para la historia del cristianismo primitivo, en relación con la «Religions geschichtliche Schule», formada a comienzos de siglo. En una dirección parecida se encamina el trabajo de Hans Dieter Betz, que se centra en la atención de Norden por la primitiva literatura cristiana. Jörg Rüpke se dedica, por su parte, a estudiar la génesis del Aus altrömischen Priesterbücher como clave biográfica de los últimos años del filólogo, entre 1925 y 1941, prueba, una vez más, de la indisoluble unión entre la actividad científica y la vital. En este caso, el sentimiento religioso de un judío alemán bautizado en el protestantismo es un ingrediente personal muy poderoso. Giovanni Casadio cierra esta parte mediante una aportación que pone en relación la obra de Norden dedicada a la religión con los estudios italianos del mismo campo, siguiendo una línea parecida a la trazada por Calboli para la retórica.
Los aspectos de la vida de Norden, ya avanzados más de una vez en las aportaciones precedentes, ocupan la tercera parte del volumen. William M.Calder III presenta un interesante avance de la correspondencia entre Norden y Wilamowitz, que nos presenta la vida académica llena de pequeñas grandezas y miserias de estos filólogos que hoy día, ya insertos en una época pasada y perdida para siempre, se nos antojan a veces como intemporales. Resulta interesante poder leer las cartas de Wilamowitz, sus preferencias y afinidades a la hora de seleccionar un profesor, y en especial su admiración científica por Norden. Richard Faber plantea en su trabajo la compleja relación de la Filología Clásica de Norden con las circunstancias políticas y nacionales de un momento histórico de exacerbado nacionalismo en Alemania e Italia. Consecuencia de esta situación política es el estudio de J.Edgar Bauer que cierra el volumen, donde se trata acerca del judaísmo y del exilio de Norden, que no volverá a ver más Alemania.
No queremos terminar estas breves e insuficientes líneas, que a duras penas reflejan la riqueza de un libro como el que tenemos entre manos, sin mencionar la doble condición de este latinista que a su vez era helenista, de este judío que además era alemán, y de este humanista que también era un ser humano. Unas palabras de la Introducción, redactadas por Bernhard Kytzler, Kurt Rudolph y Jörg Rüpke (p.10), resumen magistralmente la imponente figura de nuestro filólogo:

"Wie in der Person NORDENS jüdisches Erbe, deutsche Bildung und klassich-antike Gelehrsamkeit sich verbinden, wie in seinem Lebensgang Glanz und Elend der von ihm durchlebten drei deutschen Staatsformen des Wilhelminischen Kaiserreiches, der Weimarer Republik und des Hitlerfaschismus sich kontrastreich manifestieren, so sind auch in seinem wissenschaftlichen Werken werschiedene Disziplinen angesprochen. Es sind dies vor allem Gräzistik und Latinistik, Rhetorik, Religionsgeschichte, Religionswissenschaft, Toposforschung, zu denen noch die greichfalls von ihm betriebenen «Völker- und namensgeschichtlichen Untersuchungen» über «Alt-Germanien» (1934) hinzutreten".

Francisco García Jurado

H.L.G.E.

domingo, 21 de septiembre de 2008

FRANCESES Y ESPAÑOLES: LA CORRESPONDENCIA ENTRE ALEXIS PIERRON Y BRAULIO FOZ


A la hora de hacer una historiografía de la literatura grecolatina en España cabe relatar pequeños episodios que, unidos a otros semejantes, pueden transcender su condición de anécdota. Me ha parecido relatable la curiosa relación epistolar que mantuvieron Alexis Pierron, autor francés de uno de los manuales más conocidos de literatura griega, y Braulio Foz, escritor que aparece en los discretos anales de la historiografía griega en España como el autor de su primer manual universitario.

Debemos partir del hecho de que dentro del inestable y pequeño mundo de los estudios helénicos en España durante el siglo XIX se mire decididamente a Francia hasta bien entrado el decenio de los años ochenta (que es cuando se traducirá al español el excelente manual de literatura griega escrito por Otfried Müller). Además del poso de la propia historiografía francesa del siglo XVIII, cabe señalar autores modernos de referencia, como el ya aludido Alexis Pierron (su manual de literatura griega se traduce al castellano en 1861) y, en caso de que se trate de un autor alemán, como el muy reputado Ficker, su conocimiento se hace a partir de la traducción francesa[1]. Cabría pensar tópicamente que la relación entre las ideas historiográficas foráneas y el mundo hispano fue precaria, cuando no inexistente. Curiosamente, las ideas llegaban, y se transferían al ámbito hispano, y hasta en algunos momentos puntuales la relación entre franceses y españoles fue recíproca. En este sentido, cabe decir que el escritor aragonés Braulio Foz reconoce en una nota de la segunda edición de su manual el conocimiento que el mismo Pierron había tenido de su libro, a tenor de una carta que le había enviado a propósito de un juicio bien distinto acerca de los poetas alejandrinos Bión y Mosco:

“M. Pierron cuando vió este párrafo me escribió al punto, y parece que en adelante distaremos ya menos en nuestra opinión acerca de mérito de estos poetas. Está preparando una nueva edicion de su obra en ella (dice) se hará cargo de mi juicio y de otras cosas que ha encontrado en mi libro. Todo esto sin ofenderse de mi censura, antes bien dándome elogios que no hubiera creido merecer aun á los amigos mas apasionados. «Muy noble debe ser M. Pierron (dijo un amigo á quien enseñé su carta): muy noble y un verdadero sabio»” (Braulio Foz, Literatura griega, esto es, su historia, sus escritores y juicio crítico de sus principales obras. Tercera edición, Zaragoza, Imprenta y librería de vicente Andrés, 1854, pág. 92 nota 1)

Pierron, en efecto, llegó a reconocer el cambio de su juicio sobre Bión y Mosco en sucesivas ediciones de su obra, como podemos ver incluso en la propia versión castellana:

“Nos alegramos de haber cedido á las finas objecciones (sic) que nos dirige el erudito D. Braulio Foz en su Literatura griega, y de habernos puesto de acuerdo con él sobre el único punto quizá en que sus opiniones y las nuestras diferían al parecer esencialmente, en el fondo y sobre todo en la forma” (Alejo Pierron, Historia de la literatura griega por Alejo Pierrot, traducida de la segunda edición revista, corregida y aumentada por D. Marcial Busquets, tomo II, Madrid/Barcelona, 1861, p. 249)
Al margen de otras cosas, se trata de un caso de honestidad intelectual no muy frecuente en nuestros ámbitos académicos.




[1] Histoire abrégée de la littérature classique ancienne. 1ª partie, Littérature grecque / de F. Ficker ; traduite de l'allemand par M. Theil, Paris : Hachette, 1837.

Francisco García Jurado

H.L.G.E.